Hace
años que el sector de las artes escénicas se encuentra acosado por cantidad de recortes que, en muchas comunidades, han llegado a superar el 40% de lo que recibían anteriormente. ¿Es que
la sociedad puede vivir sin ello? ¿Son las respuestas de los gobernantes una
consecuencia de la actitud ciudadana? Por suerte, los tiempos de crisis
agudizan el ingenio (o eso dicen). Y un ejemplo de ello lo constatamos en el Anuario de estadísticas culturales de 2013.
Por
un lado, si nos fijamos en el número de
espacios escénicos totales en nuestro país, la cifra aumenta en casi una centena entre los años 2008 y 2012, la
mayor parte de ellos la comunidad catalana, Madrid y Andalucía, respectivamente.
De hecho, estos porcentajes se corresponden en su mayoría con titularidades
públicas con aforos que podrían reunir entre 200 y 500 personas. En el caso
contrario, las salas privadas han decaído respecto al equilibrio que han
conseguido mantener las estatales.

Por
su parte, Cataluña vuelve a destacar respecto al número de compañías teatrales
que nacieron allí con un total del 22% frente al 19% madrileño. No ocurre lo
mismo en el caso de la danza, en el cual Madrid se pone a la cabeza con un 20%
seguido de Cataluña y Andalucía. ¿Y dónde se forman esta rama profesional? En los 515 centros de enseñanza privados
(frente a 188 públicos). De hecho, en esta ocasión, es la comunidad andaluza
quien destaca por encima de todos respecto al número de festivales dedicados a
este ámbito.
Sin
embargo, la preocupación llega cuando es el público quien no responde. El consumo
de teatro ha bajado en torno a un 4% en
las zonas menos pobladas, aunque en las zonas metropolitanas –donde obviamente,
hay más gente- los aforos han conseguido mantenerse, aunque con un gasto medio
inferior (en torno al 2%).
En
este sentido, la ciudad donde más se
recurre a las artes escénicas en los espacios de ocio es Madrid (y no es la
más cara, ya que Canarias supone un gasto medio por espectador de casi treinta
euros).
De
esta forma, la realidad de la escena parece discutirse entre Madrid, Cataluña y
Andalucía, entre espacios mayoritariamente públicos con auditorios más o menos
estables, aunque en algunos lugares haya decaído. Quizá estos datos,
facilitados por el propio Ministerio de Educación, Ciencia, Cultura y Deporte
debieran ser analizados con mayor profundidad por el propio gobierno antes de
actuar con medidas y recortes presupuestarios.
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