Los
cazatesoros de la estadounidense empresa Odyssey
Marine Exploration habían descubierto hace siete años (2007) un tesoro en
las costas españolas. Han pasado ya siete años mientras Odyssey intentaba negar
lo evidente y España reclamaba el botín de la Fragata Nuestra
Señora de las Mercedes, un navío de la Armada Española que se hundió en
torno a 1804 y desató la Batalla de Trafalgar entre España y Reino Unido un año
después.
Hoy,
el Museo Arqueológico Nacional y el Museo Naval nos cuentan la historia con
todo lujo de detalles y recreaciones. Una historia que -como recuerdan las
paredes del Museo Naval-, no sólo será recordada por la cantidad de monedas de
plata y oro con las que contaba, si no por la más de dos centenas de marines
fallecidos.
Por
su parte, la empresa norteamericana sólo había contado con la primera y más
rentable parte de nuestra historia. De hecho, hay quien habla del conocimiento
previo por parte de la empresa y el consecuente ocultamiento a las entidades
españolas al respecto.
En
este sentido, en una comparativa retrospectiva con la actualidad, cabría
analizar quién jugó –o ha jugado- de verdad el papel del expoliador. De hecho,
parece que la Fragata de Nuestra Señora
de las Mercedes sigue siendo, a día de hoy, la causante del mismo problema
que antaño.
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