En
un mundo donde las relaciones sociales son digitales, donde los periódicos son
online y las redacciones son, literalmente, los hogares particulares de cada
redactor, no podía ser menos con las salas de prensa.
Son
muchas las corporaciones que se han subido al carro de la sala virtual: una
herramienta que promueven empresas, instituciones o quien quiera, para dar a
conocer su trabajo a la prensa de tal forma que parece casi innecesaria
cualquier investigación adicional. Es el caso de Madrid en Danza, un festival
internacional que proporciona en su página web un dossier toda la información
necesaria para cualquier tipo de prensa desconocedora de su labor y eventos. De
hecho, puede que tras leerlo completamente, no haga falta ni acudir al evento
en sí. De igual forma, además de argumento, se facilitan las fichas técnicas
completas, imágenes y una gran cantidad de datos por obra.
Este
trabajo realizado por, en este caso, el festival supone un gran alivio para la
ajetreada vida de un periodista que, lejos de poder acudir a ver una de las
obras, siempre puede copiar y pegar el argumento y salir del paso.
No
hay que obviar que este tipo de
herramientas son sólo una fuente informativa como cualquier otra, y no es absoluta. Sin embargo, la
quimérica idea del contrastar las fuentes se ve absorbida por un tiempo que
corre a contrarreloj absorbido, a su vez, por las ganas de captar a la audiencia
o los lectores.
Y
eso, cuando nos da por hablar de cultura –y mucho más de Danza- en los medios.
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